En la era digital nos bombardean diariamente con imágenes alteradas por medio de software. Osos polares en el Sahara, Jirafas en el Polo Sur, líquidos que flotan en el aire, personas volando. Casi instintivamente, lo primero que pensaríamos al ver una foto de un objeto en el espacio es: Photoshop.
Pero el equipo de mercadeo de Ultradent decidió, unos meses atrás, que quería mostrarle al mundo una foto de la lámpara VALO en el espacio, sin recurrir a ningún tipo de triquiñuela digital. Y ¿cómo lograr una imagen de la lámpara fotopolimerizadora de Ultradent en el espacio, sin valerse de programas de edición digital? Mandando una VALO al espacio, acompañada de 5 cámaras GoPro, registrando cada ángulo y momento de tan esperado viaje.
¿Por qué?
Los aniversarios ameritan celebraciones y, algunas celebraciones requieren mucho más que un pastel y una tarjeta. Así quisimos que fuera el cumpleaños #10 de VALO. No era el primer producto celebrando diez años en el mercado pero sí sería la primera lámpara de fotopolimerización en viajar al espacio.
Así nació la misión “VALO to Space”, paralela a una de las campañas de márketing más ambiciosas desarrolladas hasta hoy en la industria dental.
Los odontólogos saben que las probabilidades de que una lámpara fotopolimerizadora se caiga al piso en el diario quehacer de la práctica dental son bastante altas. Durabilidad y resistencia son dos de los factores más importantes que un dentista pone en consideración a la hora de invertir en su lámpara de curado. La lámpara VALO tiene un historial bastante satisfactorio frente a este tipo de incidentes y, quienes hayan tenido una, lo saben. Pero una cosa es una caída al piso desde una mesa y otra es una caída a tierra desde el espacio. Ya sabíamos que la VALO sobrevivía sin problemas las caídas en el consultorio, pero queríamos averiguar qué tan resistente era realmente nuestra lámpara fotopolimerizadora.
¿Cómo?
El 1 de mayo de 2019, el equipo de Ultradent se reunió en Salt Lake City, Utah para lanzar al espacio una lámpara fotopolimerizadora VALO Grand, después de tres meses de planeación y diseño. En un globo de alto alcance, comúnmente utilizado para hacer predicciones del clima, viajaría la VALO a las alturas en una caja diseñada para ubicar en ella cinco cámaras GoPro, un GPS y un pequeño prototipo del fundador de Ultradent, el doctor Dan Fischer.
Una vez verificadas las medidas técnicas, las nubes se disiparon y el globo de helio inició su vuelo hacia la estratosfera, más allá de la capa de ozono y las figuras de humo que dibujan los aviones en el cielo.
El sueño era ahora una realidad. La VALO Grand había emprendido su aventura hacia el espacio y, desde la base, el equipo de Ultradent seguiría su recorrido por medio del GPS.
Según los cálculos iniciales, una vez superados los 15 mil metros de altura, el rastro del GPS se perdería, para ser recuperado solo cuando la caja con la VALO iniciara su descenso a tierra firme, después de que el globo perdiera presión, y así fue.
La localización de aterrizaje indicada por el GPS no era ideal. “La agencia de bosques nos confirmó que el lugar no era accesible en auto y que la ubicación indicaba un sitio en las montañas a unos 20 kilómetros de la base, con una acumulación de nieve de más de dos metros”- cuenta el cerebro de la misión, Mike Simmons.
Así las cosas, solo quedaba esperar hasta que el calor del verano derritiera lentamente la nieve para saber, finalmente, qué había pasado con la VALO.
Al rescate
Después de varios meses de espera, se iniciaba la hazaña para el rescate de la lámpara fotopolimerizadora. La buena noticia: que muy probablemente ya teníamos la foto de nuestra VALO en el espacio, sin trucos de edición, sin engaños, sin Photoshop. La no tan buena noticia: La VALO había aterrizado en uno los lugares más remotos de Utah, no muy lejos de la segunda montaña más alta del territorio, con un limitado acceso que haría del rescate una odisea.
En un primer intento, uno de los líderes de la aventura, Oliver Brown, se aventuró a conducir durante 3 horas hacia la base de la montaña y, de ahí, otros 25 kilómetros en un camino de polvo hacia el inicio del sendero. Pero solo habiendo recorrido 3 kilómetros de los 25, su Jeep Grand Cherokee se atascó, poniendo fin a la primera fase del rescate.
El segundo intento lo abanderó el videógrafo David Landeen, quien de hecho se acercó mucho más a la ubicación aproximada del aterrizaje. A su regreso a Ultradent, Landeen concluyó que, basado en su experiencia, esta sería una misión de varios hombres y al menos dos días, para ser exitosa.
Y como dicen que la tercera es la vencida, el equipo se agrupó el 8 de agosto y, preparados con bolsas de camping y sin prisas, emprendieron de nuevo la ruta con la VALO en mente. En un día lluvioso y 99 días después del lanzamiento de la VALO al espacio, los exploradores Ultradent llegaron a la base de la montaña y, a caballo, emprendieron el camino del rescate en un suelo lleno de fango. Mojados y exhaustos, después de un largo día, se detuvieron para dormir y continuar la misión al amanecer.
Con la primera luz de la mañana decidieron poner a volar un drone con la esperanza milagrosa de visualizar la caja de la VALO en medio de la montaña. Pero el milagro no ocurrió, y lo que no había logrado la tecnología en esa madrugada de agosto, tendría que lograrlo el hombre.
Búsqueda aquí y búsqueda allá, cada quien en su rumbo y con su instinto, en el silencio de la montaña solo ambientado por los sonidos de la naturaleza y, de repente, un silbido con eco que irrumpe la calma del estable viento.
Mike había encontrado la caja entre las rocas y, súbitamente, todos los meses de planeación y la posterior espera les regalaba a todos ese increíble momento de gloria.
Ya no solo era una realidad el viaje de la VALO al espacio. La VALO había subido a la estratosfera y, después de padecer gélidas temperaturas, había regresado a tierra firme para recordarnos por qué ha permanecido por diez años como uno de los productos insignes de Ultradent.
Pero todo el entusiasmo de haber encontrado la caja se vio rápidamente eclipsado por una terrible decepción. La caja, intacta, y con las GoPros aún en lugar, no mostraba rastros de la VALO. Todos asumieron al encontrar la caja, que habían también encontrado la VALO. Pero la VALO había tomado su propio rumbo.
El fin de la misión
El mediodía era el límite para emprender el regreso, salir de la montaña antes de la oscuridad y llegar a casa antes de que las familias llamaran preocupadas a los servicios de rescate. La alegría de haber encontrado la caja contrastaba con el sinsabor de no haber encontrado la VALO. Teníamos fotos de la VALO en el espacio, pero no teníamos la VALO que había ido al espacio.
Ya con todo el material de imagen y video obtenido de las GoPro ubicadas en 5 ángulos diferentes, rastrear el posible paradero de la VALO era cuestión de analizarlos con ojo de Sherlock Holmes. “Pusimos todos los videos en cámara lenta, cuadro por cuadro, desde todos los ángulos, una y otra vez, y descubrimos que la VALO se desprendió con el impacto, cuando la caja tocó tierra”- narra Mike Simmons.
El retorno a la montaña era inminente, esta vez con Katie a bordo; una de las gerentes de marca. Equipados con detector de metales, los exploradores encontraron las baterías que estaban dentro de la caja y hasta el cencerro de un cabro que pudo haber fallecido décadas atrás. El terreno era agreste, rocoso y pendiente. La VALO no podía estar muy lejos del lugar donde habían encontrado la caja pero, en esas condiciones, era como encontrar una aguja en un pajar.
Y lo dicho: la tercera es la vencida. El tercer día de búsqueda, Mike Simmons, de nuevo, ve un brillo metálico entre la nada de las rocas y su silbido presagia la buena noticia al irrumpir en el silencio de la montaña.
El equipo de Ultradent lanzó una VALO al espacio, la vio desvanecerse entre las nubes y la rastreó con un GPS hasta que perdió indicios de ella. Encontró la caja en la que viajaba la VALO…pero sin VALO. Y ahora por fin, encontraba la VALO. ¿Misión cumplida? Técnicamente no. O por lo menos, no todavía. Pero, rápidamente, Oliver tomó la VALO en sus manos, poniendo las baterías en el compartimiento. Y la VALO hizo el “beep” que hace cuando enciende, como diciendo:
- “Aquí estoy. Ya volví del espacio. Fue toda una aventura y tengo fotos para comprobarlo. Pero por ahora, ¿dónde hay que polimerizar? ¡Estoy lista!”
Y si esto no es durabilidad y calidad, ¿entonces qué es?
Vea el viaje completo de la lámpara VALO al espacio en el siguiente video: